Tras más de 15 días de búsqueda, no hay rastro ni de él ni de su perra
Diego Méndez (enfermo de Azlhéimer, de 65 años) continúa desaparecido en Rivas Vaciamadrid desde hace más de 15 días. Salió de su casa para pasear a su perra el jueves 4 de mayo y nunca más regresó.
Lo poco que se sabe, como adelantamos aquí en MiraCorredor.tv, es que realizó una llamada a su mujer en la que decía que ya volvía a casa: «Ya voy, no te preocupes», fueron sus últimas palabras. Después, nunca más cogió el teléfono, a pesar de las numerosas llamadas recibidas (que superan la decena). Él sólo realizó esa llamada, como queda reflejado en la factura del teléfono.
La investigación y la búsqueda siguen abiertas. Se han realizado batidas con perros y agentes a pie en una zona cercana a Arganda del Rey, en los términos municipales de Perales y Morata de Tajuña, que fue desde donde realizó la última llamada. Y por ahora no se conocen nuevas pistas, no hay indicios, no hay nada que aporte nuevos datos a la investigación, que se encuentra en punto muerto, «es como si se lo hubiese tragado la tierra», explica a MiraCorredor.tv la portavoz de la familia.
Sobre plano, se han establecido medidas y normas para los voluntarios que están ayudando en la búsqueda, volviendo a peinar algunas zonas. Se pide que se incida en arroyos, cuevas, ríos, zanjas, porque la hipótesis más probable que manejan los investigadores es que haya podido tener un accidente.
Se han revisado también las cámaras de seguridad de los medios de transporte, y no se descarta la posibilidad, aunque remota, de que pudiera haberse desplazado a otra ciudad o a otro punto de España, como puede ser la zona de Valencia. La familia cree que podría haber parado a algún conductor y pedirle el favor de que le llevase a otro lugar.
Se ha mirado en hospitales, albergues… y nadie por ahora ha aportado ninguna pista sobre su paradero. Sus allegados, en este punto, pierden poco a poco la esperanza de encontrarlo con vida.
Lo más extraño es que tampoco hay rastro de la perra que le acompañaba (un caniche pequeño de color canela llamado Mani), no se ha encontrado la correa, ni el gorro que él llevaba, ni las gafas, ni el teléfono móvil. Nada de nada. «A estas alturas, lo que queremos es que aparezca como sea, vivo, herido o muerto», indica su familia.
Un calvario que les mantiene unidos y que tratan de superar cada día gracias a la colaboración ciudadana, de vecinos y amigos de Rivas que están echando una mano, de los servicios sociales del Ayuntamiento que están en contacto permanente con su mujer y sus cuatro hijos, de las redes sociales, y de la Guardia Civil, que les está informando de todo. «Han estado muy cercanos, informando en todo momento».
Diego probablemente se desorientó. «Cabe la posibilidad de que saliera, se encendiera un cigarro, se pusiera a andar con su perra y cuando él llama ya no estaba cerca de casa, él creía que estaba cerca pero ya se había desorientado», insisten. «Lo que nos dice la neuróloga que le trata es que un enfermo de Alzhéimer no sabe que el teléfono móvil es lo que le conecta con la ayuda, se produce un bloqueo mental y por eso no contestó a las llamadas hasta que el móvil se apagó y dejó de dar señal».
Aquel día, que nunca olvidarán, iba vestido con una camisa de cuadros marrones, un pantalón color caqui de montaña con multibolsillos y un gorro de tela verdosa, también de los de montaña. No llevaba dinero ni documentación encima. «Creemos que esto solo pasa en el cine o que siempre les pasa a otros, pero ahora somos nosotros los que estamos viviendo una película», que no saben ni cómo ni cuándo acabará.