Ha admitido los hechos pero ha matizado que lo hizo porque sus familiares en Líbano necesitaban esos medicamentos
El pediatra Badih H.E.K. (al que en un principio por error se le llamó Radih), ha admitido en el juicio que entre 2010 y 2012 falsificó 309 recetas y facturó y cobró 198 a la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid a través de una farmacia en connivencia con un trabajador. Asimismo, ha aceptado dos años de prisión tras llegar a un acuerdo de conformidad con la Fiscalía.
Durante su declaración en el juicio celebrado este pasado jueves en la Audiencia Provincial de Madrid, el acusado, que tenía una plaza fija en el centro de salud de la localidad madrileña de Mejorada del Campo, ha admitido los hechos, pero ha matizado que lo hizo porque sus familiares en Líbano necesitaban esos medicamentos y «no tenía otro modo de conseguirlos».
En un principio, el Ministerio Público pedía para él cinco años de prisión por un delito continuado de falsedad en documento público en concurso con un delito continuado de estafa.
Pero, tras abonar los 9.811 euros defraudados a la Consejería de Sanidad en concepto de responsabilidad civil y alcanzar un acuerdo de conformidad con el fiscal, el acusado ha aceptado dos años de prisión, el pago de una multa diaria de cinco euros durante cuatro meses y la inhabilitación de dos años para ejercer como pediatra.
Junto a él también estaban acusados de los mismos delitos Mohamed A. A., dueño de una farmacia en Madrid, y Ali A. A., auxiliar del establecimiento y hermano del primero, para los que el fiscal pedía tres años de prisión.
Para el primero el fiscal ha retirado la acusación al no existir pruebas que lo incriminen.
El segundo, tras alcanzar un acuerdo con el Ministerio Público, ha aceptado un año y seis meses de prisión y una multa diaria de cuatro euros durante tres meses.
El pediatra ha relatado que expidió un total de 309 recetas, denominadas de pensionistas, correspondientes a tratamientos para situaciones clínicas propias de la edad adulta.
Ha añadido que éstas eran facturadas y cobradas a la Consejería madrileña de Sanidad y se atribuían a pacientes que nunca habían recibido esa medicación.
El auxiliar de la farmacia ha reconocido que actuaba en connivencia con su hermano y que, de este modo, facturaron un total de 198 recetas a través de la farmacia en la que trabaja, pero que lo hizo «para ayudar al pediatra y a sus familiares que necesitaban los medicamentos», según informa Efe.