Llegó en patera a Canarias hace 12 años
Mame Mbaye es el joven senegalés de 35 años que este jueves por la tarde murió de un infarto en el barrio madrileño de Lavapiés.
Llegó en patera a Canarias hace 12 años y vivía desde hace tiempo en Madrid, donde estaba muy involucrado con las asociaciones que trabajan en defensa de los derechos de las personas sin papeles, como era su caso.
Mame se dedicaba a la venta callejera de perfumes y formaba parte del Sindicato Mantero y Latero de Madrid.
Fue en Sol cuando se topó con la Policía Municipal. Allí hubo una redada y salió corriendo.
De camino a Lavapiés (con o sin persecución policial es algo que deberá determinar la investigación abierta por el Ayuntamiento de Madrid, puesto que los compañeros de Mame Mbaye sostienen que la Policía iba detrás de ellos, mientras que los agentes niegan que se les persiguiera) cayó desplomado en la calle del Oso, donde sufrió un paro cardíaco. Estaba ya en la puerta de su casa.
Allí fue atendido por el SAMUR quien, tras varios intentos de reanimación, sólo pudo confirmar su muerte.
A partir de ahí, otros manteros empezaron a acusar a la Policía de ser responsable de la muerte de Mame Mbaye, lo que derivó en protestas y disturbios durante la noche del jueves y durante la mañana del viernes, con la visita a la zona del cónsul de Senegal. Este viernes por la tarde se ha celebrado una concentración multitudinaria en el barrio sin incidentes.
Lavapiés esta tarde, en el homenaje y recuerdo de Mame Mbaye, contra el racismo institucional. pic.twitter.com/58Q5hxL6tj
— maria arranz (@mariaarranz) 16 de marzo de 2018
En su calle, unas flores recuerdan al joven senegalés justo en la puerta de su casa, donde perdió la vida.
Vecinos de Lavapiés dejan flores frente al lugar donde falleció ayer el senegalés Mame Mbaye a pesar del granizo pic.twitter.com/1oLPODwj7s
— Madrilánea (@madrilanea_abc) 16 de marzo de 2018
Sus amigos y allegados quieren repatriar su cadáver a Senegal para que pueda ser enterrado en el país donde nació y donde se encuentra su familia. «Era una persona muy tranquila y muy noble», cuentan los que le conocían, al tiempo que recuerdan que su consigna favorita era «sobrevivir no es delito».