El ministro de Sanidad y Fernando Simón pidieron el 5 de marzo a los líderes evangélicos de España que cancelaran un congreso mundial que tenían previsto celebrar dos semanas después
El ministro de Sanidad, Salvador Illa, y el director del Centro de Coordinación y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, reconocieron el 5 de marzo en una reunión de trabajo que no había trascendido hasta ahora que la situación en ese momento ya era muy complicada y que había que suspender un congreso religioso que iba a celebrarse en Madrid en dos semanas, porque la cita suponía un enorme riesgo para la salud pública, según desvela este jueves El Confidencial.
A pesar de ese diagnóstico, ni Illa ni Simón se opusieron a que, solo tres días después, una multitud recorriera las calles de la capital para la manifestación feminista del 8-M, ni a que se desarrollaran otros actos masivos ese fin de semana, como partidos de fútbol y el congreso político de Vox en el Palacio de Vistalegre, recuerda el citado diario.
La reunión del 5 de marzo está en el foco de las diligencias policiales que ha ordenado el Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid, tras admitir a trámite la querella de un abogado particular contra el delegado del Gobierno en Madrid y líder del PSOE madrileño, José Manuel Franco, a quien la juez le imputa por lo pronto un delito de prevaricación, por haber autorizado, en esos primeros días de marzo, en medio de la mayor crisis sanitaria que se haya producido en un siglo, más de medio centenar de protestas, concentraciones y otros actos con miles de participantes.
La cita del 5 de marzo se produjo en el propio Ministerio de Sanidad. El encuentro tuvo lugar tras la aparición de un foco de contagio en una iglesia evangélica del sur de Madrid. En un momento de la reunión, los líderes evangélicos trasladaron al ministro que tenían previsto realizar un congreso mundial (Unlimited 2020) en la Caja Mágica de Madrid, entre los días 19 y 21 de marzo. Contaron que llevaban dos años preparándolo y que esperaban la asistencia de 9.000 líderes de su movimiento, en gran parte, procedentes del extranjero.
La noticia no fue bien acogida por Illa y Simón, que rápidamente coincidieron en que, dado el ritmo de expansión de la pandemia, el congreso conllevaba un elevado riesgo de propagación del SARS-Cov-2, y comunicaron a sus interlocutores que tenían que suspender el evento.
Al día siguiente, el 6 de marzo por la mañana, se produjo una nueva reunión en el ministerio para hablar exclusivamente sobre la cancelación del congreso. A esa segunda cita no acudió Illa, pero sí Simón. Por parte del movimiento evangélico, su representante fue el presidente de la Federación de Asambleas de Dios (FADE), Juan Carlos Escobar, pastor y máximo responsable del evento.
«Simón me puso al día de la situación, del avance de la pandemia, de cómo estaba evolucionando en algunos lugares del país», relata Escobar a El Confidencial. «Me dio la sensación de que estaba muy informado de lo que estaba pasando. Y nos argumentó por qué no era viable nuestro congreso. Nos dijo que era un evento de alta movilidad y de alto riesgo, y que no se podía celebrar». El presidente evangélico cuenta que le pareció «extraño» que, tres días después de que le obligaran a suspender su congreso, se permitieran otros actos.
Un portavoz de Sanidad confirma las reuniones de los días 5 y 6 en el ministerio y argumenta que el acto evangélico se consideró especialmente peligroso porque iba a producirse en un espacio cerrado y esa comunidad religiosa ya había sido víctima de un brote de COVID-19, pero lo cierto es que, ese fin de semana, Vox metió a 9.000 militantes del partido en un espacio cerrado y, el día 7, el Atlético de Madrid jugó contra el Sevilla en el Wanda Metropolitano, ante 60.422 espectadores, entre otros eventos a los que nadie puso reparos.