La Policía investiga el suceso como un posible ataque terrorista
Las luces, los adornos y las casetas de un mercadillo tradicional se mancharon de sangre este lunes en Berlín con un atropello mortal del que Paloma, una madrileña de 24 años, fue testigo junto a su hijo.
Un camión de unos 12 metros de largo irrumpió, pasadas las ocho de la tarde, en un concurrido mercado de Navidad de Kurfürstendamm, una zona comercial de la ciudad, donde centenares de personas compraban a esa hora regalos y algo de comida para picar.
El vehículo pesado arrasó puestos y personas por igual durante más de 50 metros, provocando a su paso un ruido terrible, segando vidas y mutilando muchas más, arrollando puestos de comida, mesas y casetas.
Allí estaba, a escasos metros de donde ha quedado el camión detenido, Paloma, una madrileña de 24 años, y su hijo, de ocho años, que habían decidido, en sus primeras navidades en Berlín, ir a tomarse unos churros con chocolate a los pies de la Gedächtniskirche, uno de los referentes turísticos de la capital.
«Nosotros estábamos a unos seis metros de donde ha quedado el camión al pararse. Nos hemos comprado algo de pan con carne porque quería mi hijo y nos hemos sentado en un sitio un poco apartado, en las escaleras de la iglesia, para estar más tranquilos», explica a Efe.
Al principio, Paloma no podía identificar lo que estaba pasando: «No sabía si se estaba cayendo el mercadillo, una caseta detrás de otra, o si se derrumbaba una casa en obras cercana».
Conforme empezaba a ser evidente la tragedia, comenzaron las escenas de pánico: los visitantes empezaron a huir despavoridos. «Todo el mundo empezó entonces a correr. Yo cogí a mi hijo para apartarlo y que no lo arrastrasen. No nos hemos movido porque en los momentos de pánico masivo lo peor es salir corriendo», argumenta Paloma.
Llevó a su hijo a un rincón para que no pudiera ver los heridos. «Había dos personas debajo del camión -recuerda-, otro con las dos piernas destrozadas y al menos otro a mi lado inconsciente».
Otros visitantes del mercadillo estaban ya trasladando en unas improvisadas camillas hechas con tablones de madera a algunos de los heridos y dos policías que había cerca empezaron a coordinar a los voluntarios hasta que llegaron los equipos de emergencia.
Paloma atendió entonces a un señor con un golpe en un brazo, a otro con una contusión sangrante en la cabeza y a una señora que, al caerse, se había torcido una muñeca. «No he querido ponerme con los más graves porque no sé primeros auxilios», dice la joven, que considera que la respuesta de los servicios de emergencia ha sido «muy, muy rápida».
«Yo he visto dos puestos que se habían caído y hemos ido a mirar que no hubiese nadie debajo y a retirarlo todo, porque en uno de ellos había una cocina y teníamos miedo de que empezase a arder», relata.
Sólo cuando han empezado a llegar los primeros equipos de bomberos y ambulancias, Paloma y su hijo se marcharon de vuelta a casa, que se encuentra en la zona. «Todavía tengo que soltar el nervio», reconoce la joven madrileña tras la experiencia, y añade que su hijo sólo ha empezado a llorar cuando han abandonado el mercadillo.
Minutos después todos los accesos a la zona estaban cortados y centenares de policías se desplegaban por las calles adyacentes, muchos de ellos con ametralladoras.
Ambulancias y camiones de bomberos iban de aquí para allá alrededor del mercadillo, atendiendo a los heridos, llevándose a los más graves al centro universitario Charité, que ha habilitado un gabinete de crisis; desatrapando víctimas y retirando escombros.
El balance provisional deja 12 muertos y 48 heridos, muchos de ellos muy graves. La Policía cree que el camión fue conducido de forma intencionada contra la multitud.
Se confirma que el copiloto, uno de los fallecidos en el ataque, era de nacionalidad polaca. Varios medios apuntan a que él era el conductor oficial del camión y que podría haber sido secuestrado. El camión pertenecía a una empresa de Polonia que había perdido contacto con su conductor unas cuatro horas antes del supuesto ataque.
Poco después del atropello, se detuvo a un sospechoso a dos kilómetros de la escena que sigue siendo investigado. Según las primeras investigaciones, el que conducía el camión en el momento del ataque podría ser un refugiado paquistaní que llegó a Alemania hace un año.
Fuentes de seguridad citadas por la agencia DPA, aseguran que el sospechoso residía en un centro para refugiados en Berlín. Su arresto, según ha informado Die Welt, se produjo gracias a un testigo que, tras ver como se bajaba del camión y se daba a la fuga tras atropellar a decenas de personas, le siguió. El testigo alertó a la Policía y estuvo hablando por teléfono con el servicio de emergencias mientras perseguía al sospechoso hasta el Tiergarten, el zoo de Berlín, en cuyas inmediaciones fue finalmente detenido.