Ojos que se miraban y un sorprendente silencio
Despertó un jueves cualquiera, tenía mucho trabajo y madrugó, por eso quería llegar pronto a Atocha.
Se subió al tren en Coslada con una amiga en el último vagón, pudo sentarse a pesar de que el tren estaba lleno.
Cuando estallaron las bombas no sabía qué estaba pasando, sólo escuchaba gritos y sólo veía gente ensangrentada.
Lo primero que pensó al escuchar la fuerte explosión es que habían chocado con otro tren.
El techo del vagón se rompió y su cuerpo estaba lleno de cables.
Después del grito, nos cuenta, sólo habitaba un sorprendente silencio en el vagón a pesar de la desgracia.
Nadie era capaz de decir nada. Sólo ojos que se miraban unos a otros, pero sin decir una palabra. Cada vez que lo recuerda se pone a llorar.
Recuperamos el testimonio de Florentina, víctima del 11-M y vecina de Coslada, que atendió la llamada de MiraCorredor.tv.
Un testimonio tan duro, que no somos capaces de reproducir entero, todo lo que hemos decidido omitir describe un escenario tan horrible que podría herir la sensibilidad de cualquiera.