La familia del anciano de Alcalá de Henares hallado muerto en Las Rozas tras desaparecer de una residencia lleva más de dos meses esperando la autopsia
«Ya está bien, ya me he cansado, lo que pasa en este país es una puta vergüenza en todos los aspectos. Me da igual que se equivoquen o que estén de vacaciones, habría que ver si fuera familiar suyo si actuarían igual». Con estas palabras, Iván Garzas, hijo del anciano desaparecido de una residencia en Torrelodones manifiesta su cansancio porque todavía no les han comunicado los resultados de la autopsia, ni les han entregado siquiera el papel que les permite poder enterrar a su padre.
Fue a primeros de marzo cuando la Guardia Civil encontró un cuerpo en una zona boscosa de Las Rozas y la familia identificó las ropas del cadáver, entre ellas unas zapatillas que el propio Iván le había regalado a su padre.
Desde entonces, siguen esperando los resultados de la autopsia, aunque poco antes de Semana Santa les comunicaron que los análisis de ADN indicaban que el cuerpo hallado era el de Satur.
Se quejan de que todavía nadie se ha puesto en contacto con ellos y no saben cuándo podrán enterrar a Saturnino. «Nosotros lo que queremos es poder enterrarle ya, el cuerpo sigue en el Anatómico Forense, hasta que no nos den los papeles no podemos sacarle de allí», explica a MiraCorredor.tv su hijo Iván.
El caso se encuentra en manos de un Juzgado de Villalba una vez que la Guardia Civil ha entregado las diligencias de la investigación. «Doy por hecho que si no nos han llamado antes es porque la muerte ha sido por hipotermia o por paro cardíaco, por alguna causa natural», señala.
El calvario de la familia comenzó el pasado 26 de diciembre, cuando Saturnino Garzas (67 años), que padecía Párkinson y Alzhéimer, desapareció de la residencia Los Peñascales de Torrelodones, 10 días después de haber ingresado en el centro.
Desde ese momento, se inició un búsqueda frenética en la que participaron numerosos voluntarios hasta que el pasado 2 de marzo el cuerpo era hallado en Las Rozas, cuando una vecina se encontraba paseando por una zona boscosa y se percató de que había un cadáver en avanzado estado de descomposición.
Durante todo el tiempo que duró la búsqueda, la residencia mantuvo que cumplía «todas las medidas de seguridad habituales en una residencia de la tercera edad de esta naturaleza». Decía además que «éste no es un centro psiquiátrico, ni un centro penitenciario, y por lo tanto si una personas se empeña en escapar, lo más probable es que acabe escapándose».
La dirección del centro aseguraba que no se puso en conocimiento de la instalación que debiera utilizar algún tipo de localización GPS, muy al contrario de lo que mantenía su familia, que afirmaba que se lo negaron hasta en dos ocaciones.
A raíz de los hechos, la Comunidad de Madrid por su parte abrió una investigación e impuso una sanción al centro concertado.
Iván se encuentra cansado, muy cansado, esperando poder dar sepultura pronto a Satur, y con la esperanza de que la Justicia aclare las circunstancias de su desaparición y se puedan depurar responsabilidades. «Yo solo espero que si la tienen que cerrar, la cierren».