Ramón Lorenzo, el anciano que murió de un puñetazo en Los Fresnos
Ramón Lorenzo Montero, padre de tres hijos, es el hombre de 81 años que murió en plena calle, en la Avenida de los Fresnos, en Torrejón de Ardoz, muy cerca de la casa que compartía con su mujer, Amalia (79), desde hace 12 años, que fue cuando se mudaron desde el barrio San José, aunque nació en Albacete.
El pasado martes 23 de mayo salía de la farmacia que hay en torno al número 18 de la Avenida de los Fresnos. Salía de comprobar su azúcar, ya que era diabético. Justo cuando se disponía a cruzar el paso de cebra que hay pegado a la terraza de un bar, un Citroën azul, que al parecer circulaba demasiado rápido, por poco le atropella.
Ramón en ese momento le recriminó al conductor que tuviera cuidado, agitando su bastón, del que nunca se separaba y que acabó sobre la carretera cuando el joven que conducía el vehículo se bajó de él, se dirigió al anciano y le propinó un puñetazo certero que le tumbó al suelo, lo que provocó que se golpeara en la nuca contra el asfalto.
A partir de ahí, el relato de los hechos es de sobra conocido. El joven salió huyendo del lugar junto con una mujer que le acompañaba y con una excusa de por medio. Según algunos testigos dijo que iba al hospital porque se encontraba mal, otros apuntan que afirmó que se había muerto su padre, un supuesto que es del todo falso, pues el padre estaba ayer junto a la madre en los Juzgados de la ciudad.
Ramón yacía ya en el suelo, hasta que llegó el SUMMA y durante 30 minutos intentó reanimarle, finalmente sin éxito.
«Ha trabajado duro, ha sido luchador», nos dicen los que le conocían. Trabajó en IVECO, y era un conocido militante del PP de Torrejón, aunque debido a que estaba «más pachucho» últimamente, cada vez participaba menos en actos de la ciudad, aunque sí se le pudo ver jurando bandera en las pasadas Fiestas Patronales, en el acto civil que se celebró el Día de la Bandera.
«Tenía su genio, pero como cualquier persona de su edad», comentan los que trataban prácticamente a diario con él. «Te contaba su vida cada vez que te veía, le gustaba desahogarse», acerca del estado de Amalia, su mujer, que padece la terrible enfermedad de Alzhéimer y desde hace un tiempo acude a un Centro de Día para recibir los cuidados que necesita.
«Ya no le voy a decir más, tenga usted cuidado señor Ramón», lamenta otra vecina. «Era una persona respetada y querida, de las que siempre saluda por la calle», explica.
«Uno de sus hobbies era arreglar motos antiguas, y siempre lo veía con su bastón y su carrito cuando iba a comprar al Lidl», relata otra de las vecinas.
«Siempre me decía guárdame una propaganda de estas cuando venga el cartero. Yo le decía no se preocupe, señor Ramón, que cuando usted venga se la tengo aquí guardada. Y ayer me extrañó no verle, fíjate donde estaba, el pobre, ahí tirado en el suelo».
La familia espera que la Justicia ponga de su parte para que el culpable «pague por lo que ha hecho».