Hallan una nueva especie de escarabajo fosilizado hace 40 millones de años
Investigadores de la Universidad de Alcalá de Henares y de la Universidad Complutense de Madrid han identificado una nueva especie de escarabajo que vivió hace 40 millones de años, gracias al hallazgo de un ejemplar fosilizado en ámbar que murió «estresado».
Una pieza de ámbar procedente de la región báltica es la que ha permitido a los investigadores identificar el Limodromus emetikos, que se añade al catálogo de más de 385.000 especies existentes de escarabajo, el grupo más grande y biodiverso del reino animal.
Su estado de conservación ha permitido averiguar que «era nocturno, que perdió parte de su antena, que quedó atrapado en la resina antes de morir y que, a causa del estrés, expulsó un fluido digestivo».
De hecho, es «el primer fósil con referencias de regurgitación, es decir, de restos del fluido digestivo de olor desagradable que este grupo de escarabajos, los carábidos, expulsan como mecanismo de defensa en situaciones de estrés».
La investigación, publicada en la revista científica Insect Systematics & Evolution, difunde detalles del comportamiento de este ejemplar y sus momentos finales gracias al buen estado de conservación de su estructura y fluidos en la resina.
Estos restos, junto con los surcos de las patas conservados en el ámbar y la posición del ala izquierda, evidenciando sus intentos para escapar, revelan que «este espécimen quedó atrapado cuando todavía estaba vivo».
Para los autores del estudio, «debió ser una situación muy estresante para él que finalizó en una muerte agónica».
La precisión de detalles es posible gracias al continente del fósil, el ámbar, considerado en paleontología como un medio de conservación excepcional.
También puede conservar, aunque de forma más inusual, información sobre el comportamiento o el modo de vida de los animales que contiene como algunos casos en los que se han preservado animales copulando o ejemplares con sus parásitos.
Este Limodromus emetikos no superaba los 9 mm de longitud, era negro, tenía mandíbulas fuertes, ojos grandes, patas largas y esbeltas, y un par de alas completamente desarrolladas.
Le falta el último segmento de la antena izquierda. Al no haberlo encontrado en la pieza, aunque fuese roto, los investigadores suponen que lo debió perder en algún momento de su vida, antes de quedar atrapado en la resina.
La sutileza de las diferencias entre las especies actuales y esta, tras 40 millones de años, indica que seguramente se trata de un grupo muy conservador desde el punto de vista evolutivo, que ha sufrido muy pocos cambios.
Aunque hay descritas más de 385.000 especies de escarabajo, su registro fósil es escasísimo, con menos de 6.000, lo que añade valor a este descubrimiento.
Ambas universidades explican que «estudiar y dar a conocer nuevas especies fósiles nos permite saber más sobre las relaciones y los procesos evolutivos de un grupo exitoso y fascinante que se ha diversificado en todos los ambientes del planeta».