Luis Pérez ejercía en el SUMMA 112 y en el ambulatorio HM Vallés de Alcalá, donde era muy querido
Luis Pérez se ha convertido esta semana en el primer sanitario fallecido por coronavirus en la Comunidad de Madrid. Luis era médico de la Unidad de Atención Domiciliaria del SUMMA y trabajaba en el ambulatorio HM Vallés de Alcalá de Henares, donde era muy querido. Falleció el domingo a los 61 años de edad.
Su hija, Marta Pérez, estudiante de Medicina y jugadora profesional de baloncesto, ha querido dedicarle unas últimas palabras en una desgarradora carta publicada en Twitter: «Os voy a contar mi peor pesadilla, cuyo protagonista no es un héroe. Era una persona con una mujer a la que no dejó jamás de apoyar y de ir a muerte con ella ante viento y marea; con tres hijos pura imagen de él, con familia y amigos a quien siempre les regalaba su amor, su bonita sonrisa, un par de chistes, un buen consejo con su humor tan característicamente gallego», comienza el escrito.
Marta relata que «la pesadilla empezó el sábado 15 de marzo. Por la mañana Luis se fue a trabajar al ambulatorio HM Hospitales en Alcalá de Henares y por la noche tenía guardia de 12 horas con el SUMMA. No, no estaba de vacaciones ni visitando a sus familiares, estaba doblando, matándose a trabajar porque desgraciadamente un médico en España no tiene la importancia ni consideración que se merece».
Continúa explicando que «ahora nos hemos dado cuenta que sin sanidad ni ciencia el país muere. Espero que lo hayamos aprendido de verdad y que un médico, un científico o un profesor son vitales para que la población CREZCA sana y completa. Y no dar golpecitos a una pelotita (puedo decirlo, ya que a parte soy jugadora profesional de baloncesto) o ser ministro (no sé nada de política pero sí de sentido común, algo que os falta señores)».
«Pues bueno él era consciente del riesgo que tenía (era paciente de riesgo) y aún así, solo quería ayudar. Mismo día en el que yo le apoyé y le escribí en mis redes sociales que estaba muy orgullosa de él y que QUERÍA SER COMO ÉL DE MAYOR (sí, en mayúsculas para que quedase bien claro)», prosigue la misiva.
«Cómo todos sabéis, se infectó (esto no lo supimos hasta 8-9 días más tarde que ingresó. Porque claro, los políticos son fundamentales y se les debe hacer el test o la serologia rápido pero a los sanitarios les dejamos que se contagien y sin ellos saberlo ni quererlo pues que sigan contagiando a los pacientes…). Eso sí, todos los españoles sabíamos al día siguiente qué político era COVID +. Gran trabajo», lamenta su hija. «Se encerró en su habitación, esa misma que nos había pedido para no contagiarnos a nosotros (ése era mi padre, siempre pensando en los demás antes que en él); esa semana en casa, fue horrible».
Marta continúa diciendo que «por varias razones: la primera la clínica, empezó solo con tos y fiebre pero poco a poco empezaron a aparecer más síntomas como esa brutal astenia que parecía como si le hubiese pasado un camión por encima, esa neuralgia en el oído tan dolorosa en la que cada vez que le daba el cuadro se desencajaba su cara en la pantalla y a mi el corazón y resto de síntomas como la anosmia, fatiga, dolor de garganta…».
«Y segundo, que era lo que me mató por dentro, fue una frase que me dijo a mi frase de jugar a los médicos: Es normal que por la noche empeores, tómate el paracetamol, poco a poco vas a estar mejor, es una dura batalla pero eres un gran guerrero. Te quiero, papá», indica. «Digo jugar a los médicos porque yo, como futura MIR en unos meses, hice todo lo que había establecido esas famosas autoridades, esas lentas, desastrosas y desorganizadas autoridades expertas…», escribe Marta.
«Su respuesta fue: Pues algo he hecho mal para infectarme. He fracasado. No puedo ayudar y he arriesgado a mi familia. Os la he escrito literalmente, como él escribía, ya que aunque estaba en la habitación de en frente no nos dejaba verle, solo podíamos hablar por móvil», señala. «Os pido que os pongáis en su lugar: 30 años trabajando como médico, en urgencias, en el SUMMA. Y él se sentía defraudado consigo mismo. Se sentía que era un fracaso de médico porque algo había hecho mal. Pues no, papá, no hiciste NADA mal».
Marta Pérez denuncia que «para malos aquellos que no te dieron el material de protección, aquellos que te vendieron mientras ya llevaban a sus espaldas dos test y tú seguías esperando malito en la cama por el tuyo. Cariño, estáte atenta porque van a venir mis compañeros a hacerme el test. UNA SEMANA estuvo esperando al test».
Y se pregunta: «¿Pero cómo puede ser esto? Tras informarme sobre el famoso COVID y saber que existía mucha disociación clínico-radiológica (a los 4-5 días le hicimos una Rx de tórax que salió limpia) pues le auscultamos mi madre (ginecóloga que decidió darse la baja al comenzar con clínica, cuyo principal miedo era no contagiar a sus pacientes embarazadas) y yo. Aquí empezó la caída libre, escuchamos unos pequeños crepitantes en la base pulmonar izquierda. Con lo que hablamos con mi hermano, también al pie del cañón, traumatólogo matándose por personas con COVID (eso sí, una vez más, sin EPIS ni nada), decidimos ingresarle».
«La siguiente llamada que le hice me dijo: me ahogo, y me escribió su despedida en la que me pedía que fuera buena con aquellos familiares que no lo habían sido con él. Como en todas las familias, hay malas personas. Yo sé lo prometí, pero yo no perdono papá. Este es otro tema», continúa Marta. «Tranquilos, queda poco, para mi desgracia, hoy 5 de abril hacía 12 días que estaba en UCI. Sabéis que significa estar en UCI. Solo voy a dar un par de datos: Dimero D de 60.000, distrés respiratorio, intubado, PCR por las nubes…».
«Fue un gran guerrero, luchó cada día, yo no paraba de escribirle y de decirle mentalmente: lo estás haciendo muy bien papa, te quiero y te necesito conmigo. Mi hermano pequeño lo tenía claro cuando iba a su habitación a explicarle la situación: Entiendo que a papá le van mal los pulmones, el riñón y todo lo tiene bien pero avanza poco a poco… ya sabes cómo es él, siempre que andamos va por detrás muy lento y luego cuando nos despistamos nos adelanta vacilándonos».
«A pesar de la pseudomona y otro bicho, él seguía luchando (eras tan calentito y bueno que hasta los bichos querían estar contigo. Lo siento, papá, llegué tarde para echarles a patadas como bien te escribí en tu chat). Hoy 5 de abril, a las 4.30 ha sufrido un TEP. Nuestro bicho es muy protrombotico. Y mi padre ha fallecido. Se ha ido en silencio, sin molestar, cómo él era», prosigue.
«Héroe, NO. Un ser HUMANO noble, leal, bondadoso, inteligente, listo, protector, cariñoso, agradable, humilde, trabajador, padre, hermano, amigo… Mi padre era un ángel en la tierra. No es como siempre que fallece alguien todo son bonitas palabras. Él era excelencia. Nada malo. Ningún enemigo. Papá, aunque no lo creas, has dado la asistencia para la canasta ganadora (fue un gran jugador de baloncesto; jugó con las grandes estrellas pero decidió dedicarse a los demás y a la medicina). No por ser el primer médico del SUMMA y HM hospitales en morir por Covid-19 en Madrid, sino por todo lo que has hecho en tu vida», expresa Marta.
«No sé si esto lo leerá mucha gente, pero te prometo, papá, que voy a ser TU voz y la de TODOS los enfermos que se han ido. Por ti, todo, como ya he hecho durante mis 25 años y como haré toda mi vida. No te podemos velar, papá, este bicho nos prohíbe abrazarnos y besarnos. Pero en cuanto pase todo, te haremos tu fiesta de despedida al ritmo de The Beatles con su Here comes the sun como bien me dijiste en una de esas odiosas conversaciones que teníamos a veces sobre la muerte, haciéndomelo ver cómo algo natural y es así».
«Mi hermano mayor quiere dejar una duda: ¿Si le hubieran hecho el test antes y no tras 8-9 días de fiebre, y le hubieran puesto tratamiento antibiótico, estaría yo escribiendo esto? Gracias a todas las personas que le habéis cuidado. Gracias HM hospitales. Te quiere tu mujer, tus hijos y tu hija de tu corazón», concluye la misiva.