La Fiscalía pide para el acusado 21 años de prisión
El guardia civil fuera de servicio que el 25 de abril de 2016 mató a tiros a un ciudadano marroquí en la A-3 ha dicho en el juicio que cuando vio a la víctima en su coche «sabía que era un terrorista», por lo que trató de detenerle disparándole pero que no fue hasta que «invocó a Alá» cuando «instintivamente» le ejecutó.
Ángel Luis, de 31 años, ha declarado esta semana en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid por un delito de asesinato, hechos por los que la Fiscalía pide 21 años de prisión.
El acusado, que ha dicho recordar aquel episodio como «una pesadilla», ha jurado que «en ningún momento quise matarle» y que «no se inventa nada» pero que salió de su casa con un machete y su arma cargada «porque le daba seguridad». «Algo me decía que tenia que estar preparado para algo que iba a suceder muy grave», ha añadido.
Ha explicado que cuando conducía por la A-3 con la intención de ir a un pueblo de Cuenca a recoger a sus padres vio un coche que le «mosqueó un montón» y que «sabía que era un terrorista por sus rasgos árabes».
Le preocupó que el coche iba lleno de bultos y fue entonces cuando «los vehículos se rozaron de manera accidental y fortuita», pero sin llegar a embestirle, y le disparó dos veces para que parase. «Lo tenia que detener, esa era la alarma que tenia en la cabeza», ha asegurado el procesado.
Inmediatamente, siempre según su versión, la víctima salió huyendo del coche y el acusado le gritó «guardia civil, alto», pero como no se paraba se tiró de su vehículo en marcha para detenerle y le disparó tres veces en las piernas desde unos 50 metros.
Ha reconocido que no le vio armado pero que «intuía que podía llevar algo debajo, como un chaleco explosivo, porque tenía un abrigo muy grande y abultado».
Como la víctima, de 39 años, seguía corriendo, le volvió a disparar nuevamente ya que creía que no le alcanzaba, si bien ha negado que hiciera 14 disparos.
La víctima se frenó y él disparó de nuevo porque se abalanzó sobre él, pero ha jurado que en ningún momento quiso matarle. Lo tiró al suelo para inmovilizarle, le tumbó y luego le puso de rodillas.
Unos segundos después se produjo el fatal desenlace. «Empezó a invocar a Alá, se echó para atrás, bajó la manos… estaba convencido de que íbamos a volar por los aires. Pensé: reventamos aquí, y fue cuando hice el fatídico disparo, de forma instintiva», ha explicado el agente. Enseguida llamó a sus compañeros, al 062, convencido de que había evitado un posible atentado.
El acusado ha asegurado que en aquella época «veía peligros por todos los lados» y acudió al médico para que le diera una baja por lumbalgia aunque se encontraba «muy mal psicológicamente» debido a la muerte de su hermano, la ruptura con su pareja y unas secuelas por un tumor. Por ello comenzó a consumir bastante hachís y cocaína, según informa Efe.
La Fiscalía solicita también una indemnización de 145.000 euros por daños morales para la viuda de 29 años y sus dos hijos de 5 y 7 años, y otra de 1.925 euros por daños en el vehículo.