El Ayuntamiento de Guadalajara invertirá 907.000 euros en la restauración de varios edificios y en la construcción de un centro de interpretación
Tras la primera fase de rehabilitación del Poblado de Villaflores, que supuso la consolidación de todos los edificios de este conjunto arquitectónico declarado Bien de Interés Cultural (BIC), el Ayuntamiento de Guadalajara va a acometer ahora una segunda fase, con una inversión de 907.000 euros, que supondrá la restauración completa de varias edificaciones y de los espacios exteriores, para que el conjunto pueda ser visitable el próximo año.
Así lo ha confirmado hoy el concejal de Urbanismo y responsable del Poblado de Villaflores, Alfonso Esteban, acompañado por el jefe de Urbanismo, César Gismera, recordando el compromiso realizado por la alcaldesa de Guadalajara, Ana Guarinos, «cuando el pasado mes de julio se culminaron las obras de la primera fase, que se ejecutaron en 14 meses, con una inversión de 2.357.113 euros, y que consistió en abordar la consolidación de los edificios para que no se produjeran más desplomes ni colapsos, además de garantizar la impermeabilidad y evitar que se continuara vandalizando los edificios, con un vallado perimetral».

Imagen: Ayto. de Guadalajara.
«Estamos ante un Bien de Interés Cultural que es propiedad del Ayuntamiento de Guadalajara, que ha estado muchos años abandonado y debemos conservar y mantener, y es lo que hace el actual equipo de Gobierno», ha señalado Esteban, agradeciendo la labor de los técnicos en el desarrollo de estos proyectos. «Ya se han incorporado los créditos de esta actuación al presupuesto de 2025, créditos que corresponden al aval del agente urbanizador que en su día se ejecutó», ha explicado Esteban, que es además concejal de Hacienda.
El jefe de Urbanismo, César Gismera, ha mostrado los paneles informativos con algunas imágenes del antes y el después de esta primera fase en el Poblado de Villaflores, desarrollada por una UTE y dirigida por el arquitecto Juan de Dios de la Hoz, «que han hecho una labor magnífica en una obra de enorme complejidad, donde la rehabilitación se ha tenido que hacer conservando los materiales originales y casi teja a teja y ladrillo a ladrillo, donde ahora se va a abordar esta segunda fase para poner a disposición de la ciudadanía el conjunto arquitectónico y que se pueda visitar, en tanto y cuando se le dé un uso definitivo».
Un centro de interpretación y una vivienda de época
Esteban ha informado que ya está en marcha la contratación de la asistencia técnica para la redacción del proyecto, que tiene un plazo de tres meses, estimándose un plazo de ocho meses para la fase de obra. «Con los procesos de licitación, estimamos que las obras de la segunda fase podrán estar concluidas en un año y medio y que los vecinos puedan disfrutar de este conjunto histórico». Esta segunda fase plantea la rehabilitación completa de la capilla, un edificio con una planta de 136 metros cuadrados, que servirá de centro de interpretación del conjunto agropecuario, así como la rehabilitación íntegra del interior de una de las viviendas de los colonos, donde se podrá mostrar cómo era la vida de estos agricultores de principios del siglo XX.
Además, se va a rehabilitar y limpiar el interior de otros edificios para que se pueda observar su interior, como el palomar, la bodega y uno de los grandes almacenes. «Por último, esta segunda fase también contempla acondicionar y urbanizar parcialmente los exteriores, para facilitar las visitas y evitar las zonas de embarrado, así como ejecutar un módulo de aseos y taquillas, y dar un servicio de abastecimiento de agua, saneamiento y electricidad mínimo, para poder atender las visitas, que entendemos deben ser guiadas y programadas», ha añadido el concejal.
Por último, Alfonso Esteban recordaba que el Poblado de Villaflores también cuenta con un edificio de titularidad privada, la casona con espadaña, que también ha sido rehabilitado por la propiedad. «La rehabilitación del Poblado de Villaflores forma parte de las obras de urbanización del sector SP 93, del año 2000, donde en su momento se resolvió la condición de agente urbanizador, por incumplimiento, ejecutando el aval. Esperamos que este sector arranque en este mandato y también puedan culminar las obras de urbanización y la construcción de viviendas allí, pero, entre tanto, queremos poner a disposición de la ciudadanía el Poblado de Villaflores para que se pueda visitar», ha concluido Esteban.

Imagen: JCCLM.
Historia del Poblado de Villaflores
El lugar sobre el que se enclava el Poblado de Villaflores perteneció al término municipal de Iriepal, denominado Villaflores durante los siglos XVII y XVIII. Al recuperar la población de Iriepal su nombre, se conocerá como Villaflores el antiguo poblado. Se trata de un poblado de nueva creación, proyectado por el arquitecto Ricardo Velázquez Bosco, a instancias de Doña María Diega Desmaissiéres y Sevillano, condesa de la Vega del Pozo y duquesa de Sevillano, personaje indispensable para comprender la evolución de la ciudad de Guadalajara a finales del siglo XIX.
Perteneció sucesivamente a las familias de los Cárdenas, los Ibarra, los Cortizos y, desde 1882, a la condesa de la Vega del Pozo. La construcción del poblado comenzó entre 1886 y 1887. Como colonia agrícola, se dotará, aparte de los inmuebles propios de la explotación, con una escuela, una capilla y ocho viviendas para los trabajadores.
El edificio principal o casa de labor es la construcción de mayores dimensiones. De planta cuadrada, consta de planta baja y bajo cubierta, y contiene un gran patio interior en el que se levanta un gran cobertizo. En la fachada principal del mismo se sitúa el portalón de acceso, sobre el que destaca un alto frontón con la denominación del lugar, el escudo del propietario, un reloj y un campanil. En su interior se situaban dos viviendas, unas oficinas y la escuela. El palomar es el edificio más sobresaliente del conjunto. Tiene planta circular y dos alturas; se eleva sobre una amplia base de mampostería.
La capilla del poblado se dedica a San Diego y está rodeada por una cerca de planta ovalada. Está dividida en tres salas: un acceso, la capilla propiamente dicha, cubierta con bóveda de medio cañón con lunetos, y la sacristía.
El grupo de viviendas está dividido en cuatro bloques pareados de dos plantas cada uno. Se sitúan en un arco que se desarrolla hacia el suroeste, con los accesos orientados hacia la capilla y un patio trasero en la parte posterior. Completan el conjunto un molino destinado a la extracción de agua, la bodega y el almacén, según se puede leer en la página web de Cultura del Gobierno de Castilla-La Mancha.