Una monitora ha denunciado el trato recibido por el dueño de un local de Móstoles
La Plataforma en Defensa de la Diversidad Funcional de Móstoles ha convocado una concentración para este sábado 30 de junio en repulsa a las «discriminaciones» sufridas por un grupo de jóvenes con síndrome de Down, en un karaoke del municipio el pasado fin de semana.
Según ha contado en Twitter, Sara Palomo, una de las monitoras que acompaña a los chavales, era la última noche de actividad del curso y decidieron acompañarles al Karaoke Copas de la localidad.
Estaban consumiendo, cantando… hasta que todo se torció. En un momento de la noche, una de las voluntarias salió a la calle a tomar el aire y se encontró con el dueño del local que estaba avisando a unas personas que iban a entrar para que fueran «con cuidado» porque «estaba lleno de subnormales, a ver si les iban a hablar o algo».
En ese instante la voluntaria le contestó al dueño que «los chicos están acostumbrados a vivir en sociedad y que saben comportarse», pero el propietario le respondió que era «por su seguridad, porque este tipo de gente que no es normal, no sabes cómo va a reaccionar».
La v0luntaria entró de nuevo al local disgustada a contar al resto de compañeras lo que había pasado: «Decicimos hacer de tripas corazón, porque era la última noche y no queríamos que los chicos se enteraran de lo sucedido, ni tener problemas», explica.
Pero la cosa no quedó ahí. La voluntaria que ha denunciado los hechos asegura que «el dueño del local empezó a pasearse por nuestro lado, preguntándonos que cuando nos íbamos. Nos lo preguntó como 5 veces en 15 minutos, a lo que ya le respondimos que qué le importaba, que por qué tanta preocupación por cuando nos íbamos nosotros y no el resto de gente que había», y el dueño les dijo que «porque le interesaba y punto, que quería saber cuando se iban los tontitos».
Una de las voluntarias le espetó que era «un sinvergüenza» y que iba a llamar a la Policía, pero el dueño empezó a gritarles mientras levantaba el puño y se encaraba con ellas: «Si fuerais hombres, os partiría la cara a puñetazos», a lo que una de las monitoras contestó: «Pégame, tu pégame si te atreves», mientras que otra la sacó fuera.
Le llamaron «impresentable» y el dueño las llamó «gilipollas», momento en el que decidieron abandonar el local y llamar a la Policía. «La gente que había en el local, que estaba lleno, al ver lo que había pasado, se fue, se quedó vacío», relata.
Ya con la Policía presente, pudieron una reclamación pero el dueño «lo negó todo» y dijo que él «a este tipo de gente» le tiene mucho aprecio y que no había hecho nada.
«Cuando nos fuimos, estábamos todos destrozados. Los chicos se dieron cuenta de todo, no pudimos disfrutar de nuestra última noche del curso juntos. Nos sentimos discriminados, desplazados y humillados», señala la joven para concluir con una reflexión: «Nos cuesta mucho entender cómo es posible que haya alguien capaz de tratar así a otro ser humano, que no es más diferente de lo que cualquier otra persona pueda serlo. No podemos permitir que esto se quede así. Estas injusticias tienen que acabar, y tienen que terminar ya».
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— Sara Palomo (@Sarakatiuska_) 26 de junio de 2018