La pequeña escondió una grabadora en un calcetín para grabar a su padre admitiendo que abusaba de ella
Según cuenta este martes El País, los padres de la niña mantienen desde hace dos años un cruce de denuncias en los tribunales: la mujer le ha denunciado por abusos a la niña y amenazas a ella; y el hombre, por incumplir el régimen de visitas. A estos pleitos se suma el derivado del proceso de divorcio.
Los tres casos están abiertos, cada uno en un juzgado distinto y con resoluciones recientes y contradictorias. La última, la del Juzgado de Instrucción 1 de Arganda del Rey, que cree que la madre pudo cometer un delito de desobediencia al impedir que la menor se fuera con su padre los dos días a la semana que le correspondían.
La decisión del juzgado de Arganda se produce mientras el padre sigue imputado por los supuestos abusos a la pequeña y después de que otra juez de la misma localidad haya cambiado el régimen de visitas entre la niña y su progenitor por reuniones de tres horas quincenales supervisadas en un punto de encuentro, al considerar que las estancias a solas pueden ocasionar un perjuicio importante a la menor.
El mismo medio relata que la niña apenas ha visto a su padre desde marzo de 2015, cuando, a la vuelta de un fin de semana juntos en una casa rural, la niña contó a su madre que su padre le había estado tocando con insistencia por debajo de la ropa.
Al suspenderse las visitas, el hombre denunció a su expareja por incumplir el régimen fijado por el juzgado de familia. El juzgado de Arganda archivó la denuncia en marzo de 2016, pero la Audiencia Provincial de Madrid revocó el archivo en septiembre al considerar que la madre está «incumpliendo permanentemente» el régimen de visitas.
«Cariño, eso es para jugar»
Este viernes, la Audiencia Provincial de Madrid tiene previsto estudiar el recurso presentado por el padre contra la reapertura de la causa por supuestos abusos sexuales a la menor, que tiene 9 años, y que consiguió grabar la confesión del delito por boca de su padre.
El procedimiento se había archivado porque los psicólogos forenses no dieron credibilidad al relato de la pequeña a instancias de una exploración pedida por el instructor.
Fue entonces cuando la menor escondió una grabadora en un calcetín y decidió grabar una conversación que tuvo con sus abuelos y su padre en la que acusaba a éste de abusar de ella. «Cariño, eso es para jugar», le dice. Y la niña responde: «Es que no tienes que hacerme eso. Mi cuerpo es mío».
El abuelo intenta mediar explicándole a la niña que lo que hace su padre es para lavarla. «Eso hay que asearlo muy bien y darle pomada», le dice. «No, si ella no se refiere a eso, si yo sé a lo que se refiere», apunta el padre. La niña le grita: «Bueno, pues ya esta», a lo que su progenitor contesta: «Bueno, pues apechuga».
La conversación finaliza seis minutos después, cuando los abuelos desvían la atención hacia las muñecas de la niña.