El responsable policial de la desarticulación en 2014 de la célula de captación de yihadistas en la mezquita de la M-30 de Madrid ha declarado este martes en el juicio de los nueve acusados que la operación se aceleró al descubrirse que estaban actuando como los terroristas del 11-M
Todos los acusados han rechazado cualquier tipo de terrorismo y uno de ellos incluso ha dicho que ha sido voluntario en un asentamiento de refugiados sirios en Turquía. Se trata de nueve presuntos miembros de la Brigada Al Andalus -una célula yihadista radicada en Madrid desarticulada en 2014 en la operación Gala y que supuestamente recaudaba dinero en la mezquita de la M-30 para financiar sus actividades de adoctrinamiento y envío de muyahidines a Siria e Iraq-, que están siendo juzgados en la Audiencia Nacional.
El fiscal pide ocho años de cárcel por integración en organización terrorista para ellos, aunque para el considerado “líder carismático” de la célula, Lahcen Ikassrien, que estuvo preso en la base estadounidense de Guantánamo, solicita una pena más elevada (once años y medio de prisión), al considerarle dirigente y acusarle también de un delito falsificación de documento oficial.
Durante la sesión ha testificado el inspector jefe de la Policía Nacional responsable de la operación, que ha recordado que los acusados empezaron a ser investigados en 2010 tras detectarse una célula de reclutamiento en el centro cultural islámico de la M-30 en la que se daban todas las fases del proceso: las de captación, adoctrinamiento, radicalización y la resolutiva.
Ha explicado que los acusados captaban fieles en la mezquita de la M-30. Seguidamente los adoctrinaban en una cafetería de Torrejón de Ardoz -una fase en la que ya se apreciaban cambios físicos y en la vestimenta de los captados-, los radicalizaban en domicilios de la célula y, finalmente, llevaban a cabo la fase resolutiva en una finca de Santa Cruz de Pinares (Ávila) y en el madrileño pantano del Atazar.
El testigo ha advertido de que en esta última fase los miembros de la célula podrían incluso haber decidido un atentado en su zona de actuación, como ocurrió el 11-M, si fracasaban sus planes de enviar a los captados a Siria.
Ha destacado que a los investigadores les llamó la atención el “paralelismo” entre esta célula y la integrada por los terroristas que cometieron los atentados del 11-M en Madrid, por lo que “la investigación se inició a marchas forzadas”.
En el caso de los implicados en el 11-M, la captación fue también en el centro cultural islámico de la M-30, el adoctrinamiento en un locutorio de Madrid, la radicalización en domicilios de los implicados y la fase resolutiva en una finca en la localidad madrileña de Morata de Tajuña y en entornos del río Alberche, ha relatado.
El inspector ha explicado que, cuando decidieron llevar a cabo las detenciones, ya era inminente que dos captados iban a viajar a Siria para incorporarse al Estado Islámico.
Este martes han terminado de declarar los acusados, entre ellos el marroquí Abdeslam E.H., que ha negado que hablara con nadie para ir a Siria a hacer la yihad. Ha recordado que trabajó dieciséis años en la Casa de la Moneda de Madrid donde coincidía todos los días con guardias civiles con quienes le unía amistad y que solía hablar con ellos.
Por su parte, César Raúl R., un musulmán argentino casado con una marroquí, ha condenado “todo tipo de terrorismo religioso, del Dáesh o estatal” y se ha solidarizado incluso con las víctimas de la reciente matanza de Orlando (Estados Unidos).
El marroquí Younes Z. ha dicho que “nadie tiene derecho a quitar la vida a otra persona pues es el pecado más grande” y ha apostillado: “El mejor es el que hace obra buenas y ayuda a los demás. Yo hago la yihad de trabajar para dar el pan y la comida a mis hijos”.
El búlgaro de origen turco Deniz Ibryam R. ha asegurado que viajó a Turquía no para introducir a combatientes yihadistas en Siria sino para colaborar con una ONG como voluntario en un asentamiento de refugiados que huían del conflicto.
Fuente imagen: EFE.