El doctor Alireza Kazemi crea y patenta un innovador dispositivo antiviral y busca ahora una empresa para sacarlo al mercado
Un invento pensado y desarrollado en Guadalajara «puede convertirse en una revolucionaria solución capaz de neutralizar al coronavirus», según el creador de KazemiMask, definida como «una mascarilla antiviral integral para neutralizar el Covid-19 y sus posibles mutaciones».
Su creador es Alireza Kazemi, iraní de nacimiento y español de adopción, un profesional de la salud desde hace más de 30 años. Doctor en Actividad Física y Salud y en Ciencias de la Salud, grado en Fisioterapia y especialista universitario en Psicología de la Actividad Física y el Deporte, actualmente, concentra su actividad en dirigir el Instituto de Fisioterapia y Deporte en Guadalajara, donde surge la idea de la KazemiMask.
La invención del doctor Kazemi es «un novedoso y eficiente equipo de protección personal: un dispositivo inteligente preventivo y activo a la vez, capaz de neutralizar al coronavirus. La KazemiMask presenta dos partes principales: una estructura de silicona hipoalergénica y una pantalla protectora para los ojos, con un peso estimado de unos 100 gramos y un coste de entre 30 y 50 euros, siempre que su producción resultara masiva.
Y en esa fase se encuentra precisamente el proyecto: en encontrar una empresa que se involucre en la iniciativa y se haga cargo de llevarla a la práctica.
Alireza Kazemi cree que «hay que buscar soluciones activas porque, en cierto sentido, es como si el Covid-19 nos hubiese secuestrado a los humanos y el objetivo de la KazemiMask es que seamos nosotros los que confinemos de alguna manera al coronavirus».
La patente de este ilusionante invento lleva aparejado un completo informe de documentación e investigación que aborda todo lo relacionado con el coronavirus, tanto desde la vertiente de microbiología y su composición estructural como desde la epidemiológica y farmacológica.
El proyecto de la KazemiMask se enfoca en la prevención activa. «Una mascarilla dotada de elementos inocuos para el ser humano y mortal para el virus nos permitiría hacer una lucha activa en lugar de confinarnos, de cubrirnos con medios pasivos y de confiar en la aparición de fármacos y de la vacuna», señala su creador.
La estructura de esta innovadora propuesta comprende varias capas o cámaras que irían frenando, atrapando y neutralizando el virus. «Y todo ello –destaca Alí- gracias a su capacidad fumigadora, a una cámara trampa con filtro y desinfectante y a un sistema LED de emisión de rayos UVA».
De fuera hacia dentro, esta mascarilla dispone de una doble carcasa exterior frontal e interior en contacto con el usuario, un mecanismo de fumigación para intentar neutralizar el virus y unas microplacas LED de emisión de rayos UVA en el interior de la cámara, además de la pantalla para la protección de los ojos. Y todo ello ensamblado mediante imanes y con la capacidad de reciclar el aire acumulado en su interior mediante una válvula con una única dirección de salida.
Pero es que la KazemiMask va más allá y también incluiría una importante vertiente tecnológica, incorporando unos sensores que podrían medir y evaluar la calidad del aire dentro de la propia máscara y un extractor del aliento, un humidificador y un pequeño depósito nebulizador de desinfectante para impregnar los filtros. «Ese depósito –relata el doctor Kzemi- podría contener por ejemplo fármacos para su inhalación y ayudar así a asmáticos, etc., con lo que el abanico de posibilidades, aplicaciones y beneficios es muy amplio».
Y, por si todo esto no fuera suficiente, la KazemiMask también ha sido diseñada para que los mencionados dispositivos puedan ser controlados desde el teléfono móvil.
«Un instrumento así nos ofrecería la posibilidad de no ser sujetos tan vulnerables, ya que, además de proteger, intenta neutralizar el virus. Sólo este hecho permitiría a millones de seres vivos abandonar el confinamiento para convertirnos con nuestros dispositivos en agentes activos contra del virus», insiste Alireza. «Por ello, con nuestra propuesta de fabricar mascarillas activas ofrecería una alternativa coherente al confinamiento a partir de un dispositivo preventivo activo y a la espera de que se obtenga una alternativa más eficiente o terapéutica. Siempre, por supuesto, a falta de la aceptación y validación desde el mundo científico».
El inventor de este dispositivo indica que debe corresponder a los científicos sanitarios la validación de qué sustancias químicas son efectivas y no nocivas para la salud de los usuarios, por lo que la propuesta está ahí pero necesita y debe ser testada y aprobada por los estamentos correspondientes.
Como resume Alireza Kazemi, «el objetivo, en definitiva, es dar vida a una mascarilla activa como equipo de protección personal que tenga capacidad de proteger las vías de entrada respiratorias y digestivas y también la ocular y que disponga de una cámara con un filtro impregnado de elementos químicos, donde el virus tenga dificultad de supervivencia a su paso por la cámara, tanto para entrar como para salir de ella».
Otra característica de la KazemiMask, «única mascarilla activa e inteligente del mundo en el momento de su registro», subraya su creador, es que cuenta con un sistema autodesmontable (con gran facilidad para la limpieza y desinfección), ligero, hermético, práctico (sus componentes son abatibles para ambientes de seguridad sin necesidad de tener que quitar la mascarilla) y sostenible (los elementos físicos empleados en su fabricación son reemplazables y no son dañinos para el usuario ni para los viandantes).
Igualmente, indica Kazemi, puede servir para otros usos profesionales y especiales que no sean los de protección ante el Covid-19, para luchar contra cualquier otro agente agresor biológico o contaminante y con capacidad de mejorar a medida que avanza la ciencia.