Pido perdón a las familias. Fue un arrebato
Raúl Álvarez del Río, asesino confeso de su pareja y de la hija de ésta, ha utilizado su derecho a la última palabra en el juicio para pedir perdón a las familias y mostrar su arrepentimiento por el doble crimen que cometió el 30 de junio de 2014.
«Pido perdón a las familias de las víctimas. Fue un arrebato. No entra en mi moral. Estoy muy arrepentido». Con estas palabras, el juicio quedó ayer visto para sentencia en la Audiencia Provincial de Madrid.
Tras ello, el tribunal ha entregado al Jurado el objeto del veredicto. En la jornada de este martes, los once miembros del Jurado Popular decidirán sobre los hechos tendrán que deliberar.
La vista oral concluyó ayer con los informes finales de las partes, entre ellos el del representante de la Fiscalía de Madrid. En su escrito inicial pedía 38 años de cárcel por un delito de malos tratos, uno de homicidio, otro de asesinato, los últimos con la agravante de parentesco.
Al final de la exposición de las acusaciones, el magistrado presidente del tribunal manifestó que, haciendo uso de la facultad que le otorga el artículo 49 de la Ley del Tribunal del Jurado, hizo saber a las partes que quedaba excluido del objeto del veredicto el delito de maltrato habitual del que se le acusaba al procesado al no existir prueba de cargo.
Inmediatamente después el fiscal formuló una protesta al estar en contra de la decisión del presidente, ya que a su juicio se ha excedido de sus funciones. También se quejaron los abogados de las acusaciones particulares.
La Policía encontró los cadáveres de las víctimas del acusado en un pozo del pequeño municipio de San Vicente de la Cabeza (Zamora). Al parecer, el acusado las habría asfixiado en la casa de la mujer en Vallecas y habría trasladado sus cuerpos hasta la zona donde se hallaron los cadáveres, hechos que confesó en su declaración.
Ambas fallecidas eran dominicanas. La menor era fruto de una relación anterior de Adolfina Puello con un hombre que falleció también trágicamente en República Dominicana. Fue la abuela paterna, residente en España, la que denunció la desaparición de ambas el 30 de junio de 2014.