El periodista Paco Pérez Abellán ha ofrecido hoy una conferencia sobre Mateo Morral, el anarquista considerado responsable del atentado contra Alfonso XIII y Victoria Eugenia el 31 de mayo de 1906, el día de su boda.
Un suceso que se remonta a la mañana del 31 de mayo de 1906 cuando Mateo Morral despierta con una idea en su cabeza: había llegado el día. Lucía “un sol espléndido” y las calles de Madrid estaban engalanadas de la forma reservada a los acontecimientos históricos: banderolas, cintas, guirnaldas, flores y gargantas afinadas para gritar el “¡Vivan los reyes!” de rigor, según recogen los periódicos de la época. No era para menos: esa mañana, el Rey Alfonso XIII y la británica Victoria Eugenia, contraían matrimonio en la iglesia de los Jerónimos de Madrid.
En el instante en el que el Rey dio el sí quiero, Mateo Morral, terminaba de fabricar, en la habitación de una pensión ubicada en el número 88 de la calle Mayor (hoy número 84), la bomba con la que pretendía perpetrar el regicidio que le convirtiese en mártir del anarquismo. Pero tras ser lanzado el artefacto, contenido en el interior de un ramo de flores que estalla tras ser arrojado desde el balcón, los reyes, objetivo de Morral, salen ilesos del regicidio, que en cuestión de segundos se transforma en masacre: el saldo total arrojó 24 muertos y varias decenas de heridos, de los cuales el 30% quedó con los glóbulos oculares reventados por la explosión.
Morral aprovecha el caos para huir. Llega el 2 de junio a Torrejón de Ardoz, donde a las seis de la tarde entra en una fonda pidiendo una tortilla francesa de tres huevos, una tajada de bacalao frito, un panecillo y un cuartillo de vino en jarra. Los datos que la policía había publicado del presunto asesino habían corrido como la pólvora. La ventera sospecha y le traslada su inquietud al marido, que da parte a la Guardia Civil. El sumario de la muerte de Morral detalla que hasta allí se presenta un guarda, un hombre joven de 34 años, alto, de pelo y bigote rubios, ojos azules, vestido con traje de rayadillo, con una bandolera en cuya chapa figuraba la inscripción «Soto de Alborea», armado de una tercerola Remington al que al ver venir Morral dispara. Tras fallecer éste, y según el sumario, Morral se suicida disparándose sobre sí un tiro en el pecho, encontrándose al poco después una pareja de la Guardia Civil con los dos cadáveres.
En Torrejón de Ardoz el médico titular, Don Joaquín Moreno, dice: ¨El cadáver presenta una herida de arma de fuego en la región anterior del tórax y borde external derecho y otra en el borde inferior del homóplato (sic) izquierdo que manifestaba ser orificio de salida del proyectil y el de entrada en dicha región external…¨.
El juzgado de Alcalá de Henares insiste con detalles muy dudosos: ¨Al conducirlo al cuartel G. Civil de Torrejón de Ardoz unos cincuenta pasos delante y volviéndose instantáneamente disparó un tiro con pistola contra el guarda dejándole muerto en el acto y retirándose unos veinte pasos el presunto anarquista se disparó un tiro en la región external, en este momento y aún con vida se acercó a un caminero al que también hizo intención de disparar¨.
Mateo Morral murió matando con el dudoso consuelo de convertirse en mártir del anarquismo, pero una investigación dirigida por el periodista Francisco Pérez Abellán, experto en retroinvestigación criminológica, revela que la causa de su muerte obedece a una conspiración y no a un suicidio. Según los expertos y tras varias pruebas de laboratorio, el impacto mortal debió realizarse a más de metro y medio de distancia, lo que elimina totalmente la posibilidad de un suicidio. Por tanto no coincide con la descripción sumarial de los hechos.
Esta hipótesis ha sido expuesta esta mañana en Torrejón, en el Centro Abogados de Atocha, por el periodista Pérez Abellán dentro de una conferencia sobre la muerte del anarquista, que revela datos nunca antes contados. Según el periodista: ¨A Morral lo mataron para que no hablara¨.