Enrique Castellón vivía desde hace 10 años en una pequeña residencia de Mandayona
El coronavirus sumó este miércoles, 22 de abril, a su terrible nómina de víctimas mortales el nombre de Enrique Castellón Vargas, «un valenciano que pasa ya a la posteridad –mucho más eterna y duradera– recordado para siempre con su sobrenombre artístico, El Príncipe Gitano», ha informado la Sociedad de Gestión AISGE.
El actor, cantante y bailarín tenía 91 años y era socio de AISGE desde 1996 y beneficiario de las ayudas asistenciales contempladas desde la Fundación AISGE. De hecho, ha sido esta entidad la primera que tuvo conocimiento de su pérdida a través de su hija, Lola Castellón, escogida como tutora legal entre los tres hermanos.
El Príncipe llevaba 10 años viviendo en la residencia de mayores La Paz, de Mandayona, un minúsculo pueblo de la provincia de Guadalajara. La COVID-19 no había traspasado sus puertas hasta la semana pasada, pero Enrique sucumbió finalmente a la enfermedad en la madrugada del miércoles.
La tarde del martes, ante la inminencia del desenlace, su hijo pudo pasar a despedirse de él «con las máximas medidas de precaución». La familia ha informado a AISGE que Castellón Vargas, tras ser incinerado, recibirá sepultura «cuando ello sea posible» en el cementerio madrileño de San Justo.
El Príncipe Gitano era el socio número 1.456 de la entidad y tenía registradas «importantes joyas del cine musical de los años cincuenta y sesenta, películas que, como Veraneo en España (1956), El alma de la copla (1965) o El milagro del cante (1967), entre otros muchos clásicos de la época, se erigieron en hitos populares. Pero puede que nada le hiciese tan reconocible como su muy heterodoxa versión de In the ghetto, el clásico de Elvis Presley, que él interpretaba en un inglés tan sui generis que resultaba hilarante e irresistible. Tanto como su otro gran himno musical, el popularísimo Obí, obá», recuerda la entidad.
Durante su estancia alcarreña, época que coincide con su presencia entre los beneficiarios del área Asistencial de la Fundación AISGE, tuvo aún tiempo y ganas de grabar un último disco. También de despedir a su hermana Dolores Vargas, bailarina conocida en todo el mundo con el sobrenombre de La Terremoto, fallecida hace ahora cuatro años.