La madre de uno de los reclutados en la mezquita de la M-30 de Madrid por la célula de captación de yihadistas desarticulada en 2014 en la operación Gala ha declarado llorando en el juicio que su hijo sigue en Siria «en la guerra» del Estado Islámico
La Audiencia Nacional ha reanudado la vista de nueve presuntos miembros de la Brigada Al Andalus, radicada en Madrid, que supuestamente recaudaba dinero en la mezquita de la M-30 para financiar sus actividades de adoctrinamiento y envío de muyahidines a Siria e Irak.
El fiscal pide ocho años de cárcel por integración en organización terrorista para ellos, aunque para el considerado «líder carismático» de la célula, el marroquí Lahcen Ikassrien, que estuvo preso en la base estadounidense de Guantánamo, solicita once años y medio, al considerarle dirigente y acusarle también de falsificación de documento oficial.
Una de las testigos que ha comparecido este martes en la vista es la madre de uno de los desplazados que ha relatado emocionada que su hijo siempre fue religioso y que por eso acudía a la mezquita de la M-30, donde estudiaba, hasta que se fue a Guadalajara para ejercer de imán.
Ha añadido que a raíz de ir a la mezquita experimentó algunos cambios como dejarse barba y no saludar con la mano a las mujeres, además de dejar de ver la televisión.
La testigo ha narrado que su hijo se fue después a Marruecos y luego le dijo que se iba a Holanda y ya no supo nada más de él hasta que tuvo conocimiento de que estaba en Siria y en concreto actualmente en Alepo.
«Habla conmigo por whatsapp y me dice que está estupendo, que está mejor y que tiene comida», ha comentado llorando la mujer que preguntada por el fiscal si está combatiendo con la organización terrorista DAESH ha contestado que efectivamente «está en la guerra».
También ha testificado la viuda de otro desplazado a Siria tras ser captado por la célula de Madrid
Esta mujer ha relatado que ella vivía en Madrid y que una vez que su marido había terminado un trabajo en Ceuta esperaba que regresara pero recibió un mensaje de texto suyo despidiéndose de ella y diciéndole que cuidara de su hijo de cinco años y que no iba a volver.
Ha añadido que a los quince días recibió otro mensaje en el que le indicaba que «ya estaba dentro y que pidiese por él para que entrase en el paraíso».
«Interpreté que ya estaba en Siria y que era consciente de que iba a fallecer», ha dicho la mujer, que ha recordado el último mensaje de su marido: «Pide por mí siempre. Te quiero». El 20 de noviembre de 2012 familiares de él le llamaron desde Marruecos para decirle que les habían comunicado que había fallecido en una explosión en Siria.
Otra de las testigos que ha comparecido es una marroquí que estuvo casada y que luego se divorció de otro de los reclutados en Madrid desplazados a Siria ya fallecido
Al igual que la testigo anterior ha relatado el proceso de radicalización y los cambios que sufrió su exmarido antes de irse a Siria así como que frecuentaba la mezquita de la M-30.
Ha añadido que su exmarido le llamó desde Damasco cuando ya llevaba diez días en Siria, a mediados de octubre de 2012. «Le dije que volviera pero solo preguntaba por sus hijas», ha dicho.
Esta mujer se enteró de la muerte de su exmarido a través de su exsuegra que le dijo que había muerto por una bala o una explosión.
Por otra parte, también ha testificado un policía nacional que se encargó de la investigación patrimonial de los acusados y de sus movimientos bancarios.
Ha relatado que los acusados hacían colectas de diez euros por persona en mezquitas, especialmente la de la M-30, para financiar los desplazamientos a Siria de reclutados por la célula madrileña para que se incorporaran como combatientes en el Estado Islámico.
Según el testigo, de los nueve acusados en este juicio fue Mohamed K. el que se encargaba de la tesorería, como se acreditó en el registro en su domicilio donde fueron encontrados 1.500 euros en efectivo sobre los que su mujer aseguró que desconocía la procedencia ya que «eran cosas de su marido», según dijo a los agentes.
Celebraban reuniones preparatorias en una cafetería-tetería de Torrejón
La actividad de la célula se desarrollaba en el entorno del centro cultural islámico de la M-30, con reuniones en la cafetería y en el parque del recinto, así como en una cafetería-tetería de Torrejón de Ardoz, una finca en Santa Cruz de Pinares (Ávila), la zona del madrileño embalse de El Atazar y el domicilio de un acusado, según la investigación policial. Al parecer se trataba de reuniones en las que se hablaba de la yihad y preparaban a los adoctrinados que estaban dispuestos ya a dar el paso de viajar a la zona de conflicto.
Captaban yihadistas en la mezquita de la M-30 y los adoctrinaban en una cafetería de Torrejón
Fuente imagen: Mezquita de la M-30-Wikipedia.