Restaurante Ronquillo, en Loeches, alcanza ya la tercera generación
Pedro González (59 años) lleva toda la vida dedicado a la hostelería en el restaurante que heredó de su padre, José Luis, al que apodaban el ronquillo por la peculiaridad de su voz.
Ahora, la familia celebra 50 años al frente del negocio que han mantenido vivo desde 1967. Ya van por la tercera generación y es un orgullo poder celebrarlo, como cuenta a MiraCorredor.tv su propietario: «Es un motivo de orgullo el poder llegar a esa cantidad de años, que parecen pocos pero cuesta mucho trabajo, mucho sacrificio familiar y personal».
Como dice Pedro, «el que hace lo que le gusta disfruta de ello y se pueden ver los resultados».
Un local, situado en la calle la Chorrera número 12 del municipio de Loeches, donde «siempre ha primado la calidad, la atención al cliente, el que la gente se sintiera como en casa».
«El secreto de mantenerte tantos años en este negocio de la hostelería es hacerlo todos los días como si fuera el primero», comenta el veterano hostelero que junto a su mujer, Socorro, en la cocina, han puesto mucho cariño en su trabajo, como uno de los pilares de su éxito.
Ahora el chef es su hijo pequeño, Roberto, tras haber estudiado hostelería en Alcalá de Henares, pero lo esencial en Ronquillo, nunca falta: «Seguimos con un par de platos tradicionales de hace muchísimos años que son los caracoles y el conejo, dándoles un toque más moderno».
Las croquetas siguen teniendo la misma esencia de siempre, caseras, de toda la vida; los buenos asados, los pescados frescos de temporada; las carnes de la mejor calidad; las anchoas artesanas y los guisos tradicionales para el invierno.
Pedro es hoy el hostelero más veterano de Loeches y su restaurante es uno de los más longevos del Corredor del Henares, por eso el Ayuntamiento de la localidad ha querido hacerle un reconocimiento público en las redes sociales.
«Desde los 10 años ya iba llevando el pan a las mesas, recogiendo botellas, barriendo la terraza, lo que ahora se vería mal antes era una cosa normal, yo disfrutaba haciéndolo ya de crío y luego ya desde los 14, dedicación total», nos cuenta, dejando claro que esta profesión es su pasión: «Hago lo que me gusta y entonces disfruto haciéndolo».
La hostelería ha cambiado. Algunos de los grandes restaurantes con más solera del Corredor del Henares han cerrado sus puertas o están a punto de hacerlo y es que esta profesión, confiesa, depende del sacrificio. «Ya no es lo que era, el sacrificio sigue siendo importante pero no es el que era… Antes comías y cenabas en el local y luego ibas a dormir a casa. Los hijos de los hosteleros de toda la vida se han criado con todo hecho y les cuesta arrancar de cero. En esta profesión se necesita un sacrificio y sobre todo que te guste. Además ahora comer es un placer, antes era necesidad, si querías comerte un solomillo tenías que irte a un restaurante. Ahora los restaurantes tenemos que dar un valor añadido». Y en eso trabajan cada día como si fuera la primera vez.